El País: Las sombras del rey del dinero exprés

12 jul 2013

Por Joaquín Gil
Publicado en El País, 28.06.13
 
- Decenas de familias atribuyen su ruina a los manejos de un controvertido prestamista investigado en una decena de Juzgados por estafa

Préstamo entre particulares. Sin bancos. Urgente. Seguro. Al albañil en paro Luis Ángel Oviedo le faltaron segundos para morder el señuelo de Internet. Necesitaba con apremio enviar dinero a sus padres en Colombia. Y tocó a la puerta de un crédito privado exprés. Fue el pasado año. Le dieron 2.200 euros y seis meses después ya debía 11.000. ¿Usura? “No, estafa”, zanja nervioso. Junto a él, asiente apostado en un banco del centro de Madrid el profesor de autoescuela Miguel Ángel Arriero, de 57 años. Pidió 18.000 euros, que mutaron en 40.000 medio año después. Los dos se asoman al abismo de perder sus propiedades. Y culpan de su desdicha a Antonio Arroyo Arroyo, emperador del préstamo fácil, un controvertido exsubastero que navega por un sector legal que desde 2011 concentra 413 empresas, 80 intermediarios y una sola sanción, según el Instituto Nacional de Consumo (INC).
 
Oviedo y Arriero cayeron en la trampa de la desesperación. Picaron en un sofisticado timo perpetrado presuntamente por una maraña empresarial dedicada desde hace una década a conceder préstamos trampa, créditos rápidos que cebaban una pelota financiera con idéntico desenlace: la pérdida de una propiedad. La policía sitúa a Arroyo en el vértice de un alambicado engranaje de sociedades. El prestamista, sin condenas firmes, está siendo investigado por más de una decena de juzgados de instrucción de Madrid. Y acumula medio centenar de denuncias en España, según el abogado de las víctimas, Carlos Javier Galán.
 
Bajo el señuelo del dinero exprés, el entramado de Arroyo garantiza al angustiado la cantidad rechazada antes por bancos y financieras por carecer de nómina o figurar en una lista de morosos. Exige el aval de una propiedad. Cuando se pisa la notaría, todo cambia. Se obliga a firmar unas letras de cambio que multiplican la cantidad recibida y vencen a los seis meses, según la policía. Nada que ver con el tipo del 8% prometido. Resultado: se activa la maquinaria de los intereses de demora (29%), que dispara la deuda y precipita el embargo, según la investigación.
 
Este fue el patrón que, presuntamente, siguió la red para apropiarse de la vivienda de un toxicómano madrileño que recurrió al prestamista en 2011 empujado por la necesidad química. Le dejaron 40.000 euros con la condición de que debía reconocer ante notario que recibía 69.000 en forma de dos letras de cambio. Desenlace: una deuda de 103.000 euros y el riesgo de que vuele un piso de 303.000. Su subasta se ha congelado hasta que los tribunales resuelvan si fue una burda estafa.
 
Un respiro que no tendrá Concepción Truchado, de 61 años, que llamó al dinero exprés para ir más desahogada tras fallecer su marido. La desempleada, que no logra controlar las lágrimas, reside en casa de unos amigos. No quiere presenciar la secuencia del desahucio de su vivienda en Madrid. Dice que firmó ante notario que recibía 62.000 euros y que nunca vio el dinero. Sostiene que el intermediario salió corriendo con dos cheques al portador y un sobre en metálico tras bajar de la notaría. En su banco le dijeron: “Concepción, te han estafado”. Se arremanga ahora para el combate legal contra Arroyo, que supuestamente siempre acaba con los derechos de los préstamos que en teoría otorgan sus colaboradores. A Concepción le reclama 134.000 euros. Su situación le ha condenado a un tratamiento psiquiátrico y tranquilizantes.
 
Bajo el salvoconducto de presentarse como un extrabajador del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), un organismo vinculado al Banco de España dedicado a garantizar la solvencia de las entidades, el jienense Arroyo, de 59 años, se subió al ascensor del éxito. En el hermético círculo de los subasteros madrileños fue conocido después como El Patadas por su vehemencia. Rozó el Olimpo a golpe de puja. Ninguna propiedad de los juzgados se resistía a este hombre frío como el acero al que no se le conocen grandes amigos y decía ante terceros que era perito mercantil. Se revestía como un tipo hecho a sí mismo y bien conectado con un adinerado inversor de Valdemoro, según una fuente que le trató en 2005 y resume así su capacidad: “Es más listo que las ratas”.
 
Controla la jerga del dinero como el más bravío de los ventajistas del mercado. “Si dejas una cartera encima de la mesa, se lleva la mesa y la cartera”, sentencia un ex socio. Hasta la Policía Nacional reconoce su astucia. “Es hábil, domina los engranajes financieros", añade Julio Martínez, inspector de la comisaría de Aravaca, donde el pasado año aterrizaron 14 denuncias contra el prestamista, que ha sido arrestado en tres ocasiones desde 2008 por blanqueo de capitales, estafa y falsificación de documentos.
 
Fue un revoltijo de avidez y oportunidad lo que catapultó a Arroyo al oficio del dinero a tocateja. Coincidió con la generalización a partir de 2001 de la segunda hipoteca, aquella que grava un bien ya cargado. El sector navegaba entonces por la orgía inmobiliaria. El empresario, que reside en el barrio madrileño de Prosperidad, se erigió durante la fiesta en uno de los principales prestamistas de capital privado. Unos 600 créditos al mes. Levantó un entramado de una treintena de empresas que acumula ya 45 propiedades y un centenar de derechos de hipoteca en España, según el registro. Su patrimonio se completa con 150 derechos de hipotecas inscritos a su nombre.
 
Trazó un esquema de empresa familiar. En él figuran su hija y su actual pareja. Recurrió al capital de terceros con el señuelo de que el suyo era un negocio seguro. Siempre se ganaba. “No quiere que se paguen los créditos. Así corren los intereses de demora”, apunta un ex inversor del empresario que dice estar amenazado de muerte por su entorno familiar. De intimidaciones, en este caso telefónicas, guarda una anécdota la abogada sevillana Mar Moya. “Me dijo que me iba a cortar el cuello cuando le pedí información sobre mi cliente estafado”, recuerda la letrada. Arroyo fue condenado a pagar 120 euros de multa por la letal advertencia. Entre calculados silencios, una fuente que se arma para la cruzada jurídica contra el emperador del dinero exprés define así su legado: “Ha buscado la muerte económica a miles de familias”.
 
El protagonista de esta historia, tras dos semanas de promesas telefónicas, ha declinado una entrevista cara a cara con EL PAÍS. El próximo día 16 no podrá fallar. Declarará como imputado por estafa en el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid.
 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

600 creditos al mes son 20 al dia. jajajajajajaj me parto de risa

Publicar un comentario